Ansiedad y Estres: los peores enemigos de una dieta saludable

Lo que comemos afecta no solo al estado de nuestro cuerpo, también a nuestros pensamientos, humor y a como nos desenvolvemos en nuestro día a día, y por supuesto a nuestra salud mental. (1)

Existe una estrecha relación entre el estrés crónico y lo que nos apetece comer que nada tiene que ver con el apetito y mucho con una forma de “automedicación” al sentirnos muy presionados/as. Al estar pasando por una época estresante más de la mitad de la población es muy indulgente a la hora de escoger qué y cuanto comer. (2)

Una de las razones se debe a que cuando nuestro cuerpo está inundado de reacciones químicas provocadas por la respuesta al estrés, es mucho más difícil darse cuenta de que ya no tenemos hambre, muy al contrario ante el estrés aumenta el apetito y continuamos comiendo porque nuestro organismo entiende, equivocadamente, que va a necesitar mayor suministro de energía. (3)

Primer paso: Distinguir cuando es hambre de verdad (necesidad física) de hambre emocional en respuesta al estrés.

El hambre o mejor dicho “las ganas de comer” que responden a una respuesta ante el estrés o  ansiedad se desarrolla muy rápido, no de forma gradual. Necesitas comer algo en particular, normalmente es algo dulce o algo que habitualmente te prohíbes. En este momento no te importa lo que comes, solo el consuelo o premio después de haberte sentido triste, deprimido/a, solo/a, ansioso/a o aburrido/a.
Normalmente no se producen a las horas que sueles dedicar a comer y sí a horas intempestivas.

Pero lo malo es que después de comer no te sientes bien, ni satisfecho/a. Lo que sientes es arrepentimiento, culpabilidad o vergüenza. Entonces caemos en el círculo vicioso de sentimientos negativos que fácilmente nos llevan al siguiente atracón.

Las personas estresadas comen 5 veces más M&M´s que las que están relajadas. (4) Quizás la razón de este comportamiento se explique por la estimulación temporal en la producción de serotonina que se produce después de haber tomado alimentos ricos en azúcares. Es una sensación de bienestar que no dura mucho tiempo.

circulo vicioso de comer por estres nevios ansiedad

Sí, este comportamiento es muy difícil de parar, por el simple hecho de que a corto plazo, funciona. Durante un tiempo no hay estrés, y sí hay relax y placer. La mala noticia es que se acaba y terminas mucho más estresado/a e infeliz que antes de comenzar.

La única forma de romper este círculo es decidirse a ello.

Es necesario el auto-control y tomar la decisión de hacer otra cosa en vez de ponernos a comer. Opciones hay de sobra: salir a dar un paseo, relajarnos respirando profundamente, llamar a un amigo/a por teléfono o simplemente escribir sobre lo que estamos sintiendo y por qué. Busca lo que te ayude a borrar la ansiedad de un modo sano.

El estrés no solo afecta a lo que comes, también afecta a como lo comes

Durante las situaciones de estrés crónico se aumenta la producción de cortisol. Las hormonas se movilizan para lo que el organismo entiende es una situación de emergencia. Se gasta energía y no hay tiempo que perder para recuperarla por eso lo que nos apetecen son alimentos muy ricos en azúcares (caramelos), almidones (patatas fritas) o ambos (pizza, galletas) que casi instantáneamente se convierten en energía (glucosa).

En seguida notamos un incremento en la energía y nos sentimos más calmados/as mientras la glucosa y la serotonina se elevan en nuestro cerebro. Pero el placer no dura mucho y a más tardar en 2-3 horas la insulina habrá hecho su labor de bajar la glucosa. Convirtiendo la que no usamos en grasa que almacenar.

El estrés implica movimiento, pero cuando es emocional y no físico, es decir, no hay un ataque o peligro real, es probable que estemos en un sofá comiendo sin apenas necesitar gastar más energía que la imprescindible para llevar la mano a la boca.
Es importante que las personas que quieran o necesiten perder peso entiendan que en situaciones de estrés es muy complicado “hacer dieta” ya que están atrapados/as en un círculo vicioso que tiende a perpetuarse por estar diseñado para ello.

Antes de proponerte seguir una dieta o hacer cambios en tu alimentación necesitas aprender a manejar los momentos y situaciones de estrés que de seguro se presentarán.  Mientras hay estrés no podrás concentrarte en lo que necesitas comer para estar mejor.

Referencias:

1.-Mind body health: The effects of attitudes, emotions, and relationships.  Karren, Hafen, B. Q., Smith, N. L., & Frandsen. 2006
2.- Tension tracker 2002: Report of findings. Harris Interactive, 2002
3.- Transforming stress. Childre & Rozman, 2005; De-stress, weigh less. Rosch & Clark, 2001
4.- The comfort-food zone. Campbell, 2006

6 comentarios

  1. Muy bien explicado Ana! Saludos

    Comentario por David zORe el 10 abril, 2015 a las 08:38

  2. Gracias David, de esta me saco el título de psicóloga

    Comentario por AnaMuniz el 10 abril, 2015 a las 12:02

  3. Muy buen post.Totalmente de acuerdo.Ademas esos alimentos ” prohibidos” se disfrutan en doble cuando se comem porque uno lo quiere y no por ansiedad, tristeza o stres

    Comentario por virginia el 10 abril, 2015 a las 18:41

  4. Una vez leía que solemos comer por cualquier cosa, menos por hambre. Eso me dejó pensando ¿qué es el hambre realmente? Aún tengo mis dudas, pero algo que me ha resultado muy útil es mantenerme ocupado y atento en lo que hago (así sea alguna actividad recreativa); de este modo, inclusive dejo de comer por el simple hábito de comer a tal hora. Claro que también es necesario hacer lo que sea que estés haciendo de una forma no estresante ni ansiosa.

    “A corto plazo, funciona” eso me recuerda al estudio sobre inteligencia emocional y la capacidad de postergar la gratificación que menciona Daniel Goleman. En ese estudio se les daba una golosina a unos niños y se les decía que podían comérselo ya, pero que si esperaban iban a obtener otra golosina. El resultado? Al pasar los años, los niños que pudieron aguantar la espera mostraron mayor inteligencia emocional, éxito y bienestar en sus vidas.

    Comentario por Yaj el 12 abril, 2015 a las 19:32

  5. Muy cierto todo..lo vivo en mi piel..pero es que en ese momento es como si todo el razonamiento se hubiera perdido, desaparecido…es justo al acabar de tragar el último bocado que vuelve de golpe con un: ay, madre! qué he hecho! Cómo podemos hacer para que no se nos lleve la ansiedad por delante??

    Comentario por Garoina el 13 abril, 2015 a las 14:29

  6. Muy cierto el artículo, desde luego me siento plenamente identificada.
    Por cierto, ¿sabes si hay también una relación hormonal entre la menstruación y los antojos dulces? No creo que sea la única que cada vez que está en “esos días” se muere cada vez que ve una napolitana de chocolate.

    Comentario por Helena el 20 abril, 2015 a las 17:54

Hacer un comentario